Te lo prometo.

Aún lo recuerdo demasiado bien. A pesar del tiempo transcurrido siento como si hubiese ocurrido ayer. Esa tarde era helada y el sol no asomaba por ninguna nube, me gustaba. Todas las piedras que encontraba me resultaban la mar de extrañas, eran tan raras y de unos colores que no podía describir. Ella me miraba con una sonrisa de oreja a oreja formándola muchas arrugas. Esa era su marca pero para mi eran hermosas. Pelo tan claro como la nieve. Le llegaba solamente por los hombros y le resaltaban esas mejillas tan coloradas. Recorría conmigo todos los parques y bosques que quisiéramos. Me ensañaba cada rincón mágico y me hacía jurar que no se lo enseñará a nadie, que era solo nuestro. Todavía no rompí la promesa, la sigo manteniendo. Y aunque tu ya no puedas ir, yo iré por las dos y ese lugar seguirá siendo tan mágico como el primer día que me lo enseñaste. Lo seguiré decorando con las piedras extrañas que tanto te gustaba que te enseñará. Decías que eran las casas de pequeñas criaturas que tienen miedo a salir pero la gente no los conocían y por eso, sin querer, les pisan. No te preocupes. Te prometo que daré mi mejor esfuerzo. En esta vida eterna seguirá existiendo tu sueño. Te lo prometo.

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